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martes, 26 de abril de 2011

Será porque él no me odia tanto y a mí me van las causas perdidas.

Le da mil vueltas, y lo enfoca desde la derecha, y desde la izquierda, pero es tan inútil como luchar contra la gravedad. ¿No es acaso un esfuerzo en vano usado? No está segura de qué es lo mejor, pero es consciente de cuál es la opción más fácil. No sabe qué le conviene, ni qué es lo que quiere que le convenga, pero sabe lo que quiere conseguir. No le convencen los medios, pero ansía el fin, que justifica lo anterior. Duda de los pasos, del camino que debe seguir, del premio a recibir. No tiene claro cuál es la meta, el destino, y a veces tiene miedo. Y, mientras tanto, sigue dudando, titubea. Pero todas las inseguridades se desvanecen con la salida de él, del sol, de su sol.


Que, a veces, las cosas que más se dudan, son las que más claras están. 

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