A tu lado.
No recuerdo como empezó todo. Probablemente con un balbuceo, alguna risa y, porqué no, algún llanto a la hora de la comida. Supongo que luego llegarían las palabras, el escondite, el pilla pilla, y todas esos juegos a los que todo niño inocente juega. El colegio, los recreos. Las cocinitas, jugar a papás y mamás, las pinturas de dedos… y los pictogramas. Acompañado todo por los secretos tímidos de niñas de infantil. Más tarde, secretos tímidos de niñas de primaria. Después, esas cosas, esos secretos, esas confesiones, empiezan a cobrar un poco más de importancia, a ser más complicadas que antes. Supongo que también menos de lo que serán en un futuro. Secretos ya no tan tímidos, sino pícaros, de niñas de secundaria. Y espero que en bachiller también. Porque si todos estos años los he pasado a tu lado, te garantizo que no han sido desaprovechados en absoluto, y que no hay cosa que me pudiera hacer más feliz que ver como pasamos otro año más juntas, amiga. Que si hace tanto que nos conocemos, y aún te quiero de esta manera, supongo que ésto no es cualquier cosa. Y más que suponerlo, lo puedo asegurar. Ésto no es cualquier cosa, es especial. Y lo seguirá siendo durante mucho tiempo. Habrá mucha gente que ésto no lo entienda. Y aún más gente que crea entenderlo y en realidad no sienta ni la mitad de ese inmenso amor que siento yo por ti. Dicen que todo el mundo siempre cree que siente con más intensidad que los demás, que todo lo que cada uno vive siempre es superior a lo que viven los otros. Pero, tan solo por esta vez, llevando la contraria a las líneas anteriores, yo afirmo que sí, lo es, que no creo que nadie sienta así, que nadie se sienta así de bien con otra persona.
Te quiero hasta el infinito y más allá.
Te quiero hasta el infinito y más allá.