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jueves, 6 de enero de 2011

La promesa de recordarlo.

 ¿La cumples? Yo te aseguro que lo hago. Todos los días de mi vida. Supongo que estas cosas se olvidan del todo.

 ¿Sabes? A veces miro atrás en el tiempo y revuelvo entre los recuerdos. Te sorprenderías si supieras cuantísimas veces, en esos momentos, así porque sí, aparece tu imagen en mi mente. Miro atrás y suelo ver tu mano agarrando la mía. Suelo imaginar tu sonrisa y escuchar a lo lejos como ríes. Tengo la costumbre de inventar mil momentos, mil situaciones, que tú y yo podríamos vivir algún día, aún sabiendo que si alguna vez experimentas todo eso, no será a mi lado. Tiendo a reproducir en mi mente alguna que otra conversación, que juro jamás olvidaré. A menudo recuerdo la manera en que decías que nunca me olvidarías. Y cómo yo, triste, te respondía que sí lo harías. Que ambos lo haríamos, nos olvidaríamos. Uno antes que el otro, claro está. Y el momento en que tú me cogías una mano, mientras con la otra me acariciabas la cara, me mirabas a los ojos y asegurabas que siempre me tendrías presente. ¿Qué hay de éso ahora? 

Y no imaginas hasta que punto me duele, no sabes cuánto me daña. No, claro que no, no lo sabes. Y probablemente nunca lo sabrás. Porque me conoces lo suficiente para saber que jamás me atrevería a decírtelo. Y porque te conozco lo suficiente para saber que, en realidad, todo ésto no te importa en absoluto.

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