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jueves, 2 de diciembre de 2010

¡Triste época la nuestra! Es más fácil desintegrar un átomo que un prejuicio.

Fóllatelas todas, fóllate todas sus palabras, que sabes que no son verdad. Que sí, soy joven, pero he vivido lo suficiente para saber que los prejuicios aquí no son pocos, que la gente ahora no es original ni diferente, sino rara, y he notado que el convencionalismo ha aumentado últimamente.
Fúmate sus juramentos, que no son tan ciertos como aseguran, y que todas sus promesas no valen nada. No te fies de todo lo que oigas, cree solo en aquello que salga de las bocas que sabes que te quieren bien, porque no serán pocos los que se te acerquen con una falsa sonrisa y no muy buenas intenciones.
Bébete todas sus miradas por encima del hombro, todos los repasos que te den de arriba a abajo. Que ningún gilipollas tiene que venir a decirte qué hacer o cómo ser, porque ni siquiera ellos son perfectos. Nadie es perfecto y, de todos modos, quien lo piense es demasiado imperfecto e inútil.
Que se prepare esa gente, que buenas ostias les dará la vida.

1 comentario:

  1. Muy buena la entrada, me encantó.
    Pues vi tu dirección de blog en una página de tuenti y me gustó mucho, así que te sigo :)
    Besos! ^^

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